martes, 13 de octubre de 2009

Palabras Cruzadas


Son un sistema de signos, de reglas, de sonidos, de texturas que se combinan y dan forma a las más diversas sinfonías. Son una mezcla extraña que se apropia de nosotros casi por inercia. Son sustento de la literatura; materia prima de los escritores, de los periodistas, de los ensayistas, de los dramaturgos, de los compositores; herramienta de los intérpretes, de los amigos, de los novios, de los vecinos. Son de todos los que comunican y se comunican.

Las palabras circulan, vuelan, nadan, desfilan entre nosotros y le dan importancia a aquellas cosas que cómo no habían sido bautizadas andaban por ahí, a la deriva, esperando que alguien les pusiera nombre, les diera identidad y las hiciera inmortales.

En un ritual las palabras danzan y se entrelazan, se reconocen, se resignifican, se abrazan y así forman frases: momentáneamente se unen. Pero se pierden y quedan resonando como ecos. Se reordenan y van hacia donde se las precisa, corren, urgidas a asistir a quien debe nombrarlas.

Tengo mis palabras, pero no son solo mías; son de todos las que las usan, las presto, las comparto, porque con las palabras se escribe la poesía y como dice un cartero conocido:

“la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita”.

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