martes, 17 de junio de 2008


“El maldito y codiciado bien de la Era”


El mercado nos ofrece prácticos electrodomésticos, para que las tareas del hogar nos cuesten menos, comida precocida para que no perdamos tiempo en preparar nuestros alimentos, autos para llegar rápido a destino, Internet para simplificarnos la labor de buscar información, Televisión interactiva para no tener que salir de nuestras casas a buscar “diversión” y celulares, para comunicarnos sin vernos.

¿Qué están logrando?
Ahorrarnos parte de nuestro valioso tiempo
¿Para quién es valioso?
Para quienes le conviene que lo sea
¿A quiénes les conviene?
A aquellos que tienen los medios para explotar nuestras capacidades y traducirlas en dinero.
¿Qué nos ofrecen?
Ahorro de tiempo
¿Con qué fin?
Para que seamos más productivos en sus empresas, en sus fábricas, en sus campos, en sus mercados y talleres, y depositemos ese tiempo ahorrado con recelo en sus bolsillos.

Entonces,
tenemos microondas para comer más rápido, celulares para comunicarnos más rápido, televisión para distraernos y aburrirnos más rápido, autos para llegar más rápido, complejos vitamínicos para reponernos más rápido, Internet para hallar más rápido.

¡Ya! De inmediato. Un segundo, pasa, está pasando en este momento, y finalmente pasó, se fue, ahora es pasado.

No comemos, tragamos.
No miramos, hacemos zapping.
No nos encontramos, nuestros mensajes se cruzan por los satélites y los cables.

El tiempo, el tiempo, ese bendito tiempo que nos chupan y nos dejamos chupar.

Ahora bien, ¿qué nos venderán cuando ya no existan medios para ahorrarnos tiempo?

...
...
...







¡Eureka!
Tiempo es lo que nos venderán.
Tiempo en porciones, en frascos,
En litros, en grados,
Por metro y para los poco pudientes de a centímetros.


Nos venderán tiempo, eso es lo que harán.

Habrá Time’s shops
Gente sin ocupación, fuera del sistema –de estos habrá siempre, ya que aunque no parezca son funcionales. El pobre le sirve al rico, para poder diferenciarse y al mismo identificarse- se nos ofrecerán en las vidrieras de las tiendas para cumplir con las tareas que nos sobrepasen en días de trabajo extenuante.

Siempre existe el perverso que ponga en práctica lo que en noches de delirio se le ocurre a algún otro.
De esta manera el mercado no tendrá porque sacar de circulación los televisores, los celulares, los microondas, los autos ni las computadoras; ya que al tiempo que obligue a los que están dentro del sistema a empeñar todo su tiempo en beneficios para terceros, existirán los otros que se regalen por monedas en las vidrieras de los Time’s shops.


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